El símbolo de México

El símbolo de México
El espíritu, representado por el águila, venciendo sobre la materia, la serpiente.

lunes

Honrando a la tradición


Valiosas enseñanzas guardan las tradiciones de todos los pueblos.
Maestr@s de muchas de ellas han obsequiado un poco de sabiduría a mi caminar.
Sin embargo, los hay externos vinculados con las formas, con el tiempo y los hay internos, eternos, más profundos y verdaderos.
Los externos se distinguen por sus vistosos atavíos. Se adornan unos de largas plumas, en otras latitudes de altos y vistosos turbantes, de pectorales y cuentas, de géneros exquisitos y brocados, y de mil maneras más.
Muestran su erudición en infinidad de temas del "mundo" material.
Sus cabezas descubiertas son tocadas tan solo por La Mente Suprema y su conocimiento es Uno, es trascendente, y por ello verdaderamente Universal.
Usan sencillas vestimentas y andan por el mundo sin temor, guiados y protegidos tan solo por la Voluntad Superior
No necesitan bastones de mando en sus manos, pues sus nobles y sabias acciones les han ganado el respeto ya, sin embargo no buscan poder en este plano, pues conocen el origen del Poder y del Conocimiento Supremos, son solo sirvientes rendidos ante Él.
Guardan silencio y sin embargo se les reconoce por su sabiduría, más allá de signos externos como largas barbas.
Cuando otro habla escuchan con atención y responden con humildad, y solo cuando se les pregunta, por ello, con el mismo respeto y atención son siempre escuchados las contadas ocasiones en que se manifiesta a través de ellos La Palabra, y con cada una de ellas bendicen (bien dicen) y expresan desde su corazón abierto su percepción de las más elevadas cualidades, de lo Divino, lo Superior, aun cuando en sus manos no tengan una pipa sagrada.
Cada una de sus acciones es consciente, no necesitan escenificar un ritual con que mantener por unos instantes su conciencia conectada con su hacer. Cada ademán en ellos es elevado y profundo ceremonial.
No toman nada, ni penetran nunca circunstancia o lugar sin antes pedir permiso y solo hasta obtenerlo.
Cada pasó de su andar es profundamente consciente, plasmación de lo sagrado en este plano.
Se mueven al compás del Universo pues ya lograron integrar dentro de sí, el conocimiento de los ritmos del cosmos, custodiado por las danzas del planeta.
Ya no deciden, ya no luchan, tan solo se dejan llevar. Ya no hablan, solo actúan desde el silencio y sin juzgar.
Se han vaciado y por ello su Visión es real y trascendente, y no nublada por el poder, que como un caleidoscopio, fragmenta la Unidad en infinitas formas ilusorias.
Son estos los verdaderos maestros a los cuales imitando con símbolos externos buscamos alcanzar.
El encuentro con ellos es un sanador milagro que trae siempre a nuestra vida Paz.
Es a ellos a quienes los artistas de los pueblos a lo largo de los tiempos inmortalizar pretenden, en   pinturas o en estelas y muros de piedra, rodeados de símbolos que buscan representar gráficamente sus cualidades internas, su condición elevada, su estatura espiritual.